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Columna Voces Públicas

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EVALUACIÓN PARA EL TALENTO
Por Noé Curiel

La ruta para construir bienestar es pasar por la educación. La reserva de talento que tenga un Estado y un país, contribuye a la construcción de su futuro. El último estudio de Manpower Group revela que al menos un 35% de los directivos de las empresas tienen dificultades para cubrir los puestos debido a la falta de talento disponible.

Esta semana, escuché al académico Víctor Mario Gamiño, y me llamó la atención una expresión que conecta con los vacíos que no hemos logrado llenar para hacer crecer a la sociedad y nuestro entorno: “No hay mayor inequidad en un país que la mala calidad educativa por sus repercusiones en la vida individual y colectiva".

Y es que el maestro Gamiño así lo concibe: Cuando se detecta una mala calidad educativa por lo general sucede en los sectores más deprimidos de la geografía de un país, y esa mala calidad educativa lo que provoca es que refuerza y profundiza las inequidades, porque lastima a la sociedad y cancela las oportunidades para los jóvenes y sus familias.

Es cierto, el precio de la educación se paga una vez, pero el precio de la ignorancia se paga toda la vida. De ahí la importancia aspiracional de los gobiernos para esta generación, maestros idóneos en el aula, perfiles adecuados, figuras de respeto, ejemplos a seguir, coordinadores del conocimiento, formadores de talento y ciudadanía.

Recientemente en Sonora hemos sido testigos del logro académico de estudiantes de preparatoria que nos llenan de esperanza, sus triunfos nacionales y su liderazgo en ramas como las Matemáticas, Física, Biología y Química, alientan a destruir esas inequidades de las que hablaba el educador.  Son las buenas noticias que hacen falta, porque fortalecen y motivan a todos, a sus padres, a sus docentes, a su escuela, a su entorno, incluso a los gobernantes.

Necesitamos, decía Víctor Gamiño, director general de Cobach, generar estrategias para la formación de talentos, lograr que al menos el 7% de la matrícula tenga niveles de desempeño equivalentes a salir excelentes en la prueba PISA, porque si lográramos esto, le podríamos agregar un 25% de crecimiento al PIB en el Estado en los próximos 20 años y en los 40 años se duplicaría.

Ese es el tamaño del reto. Estamos obligados, quienes nos dedicamos a la educación, a dar pasos seguros hacia el nuevo paradigma de la calidad y el desempeño, preparando a nuestros jóvenes para la vida, insertándolos en el mundo laboral, ayudando al joven a convertirse en la mejor versión de sí mismo.

La convivencia diaria con los profesores me dice, así como sucedió en el susbsistema Cobach, (que por cierto, el 97% de sus profesores fueron calificados como idóneos) que un examen no los doblega ni los atemoriza, ni los convierte en rehenes. El Maestro está calificado. Los califica el dominio de sus temas, su experiencia, su compromiso, la dignidad con la que asumen la evaluación por compleja que sea.

Si el enfoque es la formación estaremos dando un paso hacia la verdadera reconstrucción. Construir ciudadanía y talento no es fácil pero es el camino. Educar en el amor y en la responsabilidad. Hagamos que emerja el talento y empecemos a edificar el presente sólido de esta generación.

 

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